Saint Seiya CAPITULO 15

Saint Seiya - Saga del Santuario

CAPITULO XV

LA CELDA DE HIELO

Al llegar se sorprendieron. Encontraron a Hyoga prisionero en un enorme bloque de hielo. Preocupado, en un intento desesperado por liberar a su compañero, el Pegaso golpeó con fuerza la compacta masa helada, sin hacerle ningún daño. Al ver lo que ocurría, el Dragón le comentó a Seiya que recordaba haber oído hablar acerca de los ataúdes de hielo de Camus. Le dijo que se los consideraba como una especie de prisión eterna. El hielo era tan resistente, que ni la fuerza de todos los Caballeros de Oro golpeándolo al mismo tiempo, alcanzaría para quebrarlo.

Cuando Shiryu terminó de hablar, una refulgente luz invadió el lugar y, de la nada, se corporizó la Armadura de Libra. Absorto, el Dragón la observaba, tratando de explicarse el suceso. Cuando no encontraba respuesta a lo que acababa de acontecer, recordó que su Maestro una vez le había manifestado que la Armadura de Libra se separaba en seis pares de armas diferentes. De esta manera, para abrir el bloque de hielo, Shiryu sólo tenía una posibilidad de elegir la correcta. Si acertaba, el Cisne saldría ileso.

La elección del Dragón fue la Espada Dorada. Empuñándola con decisión, lanzó un tremendo golpe en sentido vertical sobre el bloque de hielo que, literalmente, lo partió en dos. Gracias a la sabia elección de su amigo, Hyoga estaba a salvo, al fin libre de la prisión donde lo había encerrado Camus.

Luego de eso, Andrómeda decidió quedarse en la Casa de Libra junto a Hyoga para ayudarlo a recuperarse, dándole calor y energía con su Cosmo. Lo guiaba el noble espíritu de recuperar a su amigo y salvarle la vida, aún a costa de la suya. Conmovidos por el gesto de su camarada, Seiya y Shiryu partieron hacia la Casa de Escorpio donde se encontrarían con Miro.

Tal como ellos pensaban, al arribar a destino percibieron que, amenazante, el Caballero los aguardaba. Sin dilaciones, el valeroso Seiya decidió pasar a los hechos. En una sorpresiva acción, lo atacó velozmente aunque el resultado no fue el esperado, ya que sólo logró marcarle la cara al oponente. La respuesta de Miro no se hizo esperar. Contratacó con su golpe denominado “La aguja Escarlata”, un envío que el temible Cabal lero aplica utilizando la uña del dedo índice, con la que imita la picadura de un escorpión. Acto seguido, Miro agredió con la misma técnica a Shiryu, al tiempo que se presentaba en el escenario de la lucha el Caballero del Cisne, quien portaba a Shun en sus brazos.

Dirigiéndose a sus dos compañeros, les pidió que siguieran camino hasta la Casa de Sagitario, llevando con ellos a Andrómeda. Tras esto, los dos Caballeros quedaron sólos frente a frente. Una vez tomada la iniciativa atacando a Miro sin poder golpearlo, l-Iyoga recibió una descarga de su oponente. El villano, en un tono amenazante, le advirtió entonces al Guardian de Atenea que moriría silo golpeaba quince veces con esa técnica.

Lejos de acobardarse, el asne templó su ánimo y redobló sus ataques, aunque, para su desgracia, recibió ocho nuevos golpes disparados por el Caballero Dorado. Confiado por el desarrollo que hasta ese momento tenía el combate, Miro le preguntó a l-Iyoga sise rendía ante su superioridad, o prefería seguir peleando hasta morir. Haciendo oidos sordos a lo dicho por su rival, el Cisne intentó otro ataque, recibiendo nuevos golpes de su rival.

Cuando el perverso Miro estaba por aplicarle la última estocada empleando su golpe “Aguja Escarlata” y el fin parecía inevitable, Hyoga elevó su Cosmo y, a pesar de recibir la aguja, logró congelar a Miro, quien, de no ser por su Armadura de Oro, hubiera muerto inexorablemente. Sin dudarlo, el Caballero admitió su justa derrota y, en un acto de hidalguía, detuvo la hemorragia que, de proseguir, hubiera causado la muerte del Cisne. A continuación le pidió que tuviera en claro que no lo había salvado guiándose por un acto de compasión, sirio que lo había hecho admitiendo su derrota.

<< REGRESAR SAGA DEL SANTUARIO SIGUIENTE >>