Saint Seiya - Saga del Santuario
CAPITULO I
EL ROBO DE LA ARMADURA DORADA
Presentes desde tiempos inmemoriales para evitar que las fuerzas Del Mal se apoderen del mundo, los Caballeros del Zodiaco son nuevamente convocados para luchar en favor del Bien. Los sucesos que determinan que, una vez más, se deba llamar a los Caballeros del Zodíaco tienen lugar en el Coliseo de Tokyo. Allí, en un futuro no muy lejano, y en un edificio que pertenece a La Fundación - una organización presidida por la señorita Saori Kido -, se está desarollando un emocionante torneo. Los participantes no son otros que Los Caballeros del Zodiaco, quienes dirimen fuerzas para determinar cuál de ellos es merecedor de portar la Armadura Dorada de Sagitario.
Ajena a estos acontecimientos, la señorita Saori Kido no le presta al desarrollo de los combates toda la atención que éstos merecen, debido a que dos de los Caballeros no han concurrido a confrontar con los demás. Al mismo tiempo que el Coliseo de Tokyo es escenario de grandes enfrentamientos, e otro lugar, y ajeno a lo que allí está sucediendo, Seiya - uno de los Caballeros que faltó al encuentro organizado por Saori -, se dispone a enfrentar su último reto en el Santuario de las costas de Grecia: batirse con Casio. Luego de un emocionante combate, en el que Seiya derrota a Casio dejándolo muy malherido, logra conquistar la preciada Armadura de Pegaso. Celosos de su éxito y liderados por la rebelde Shina, un grupo de Guerreros del Santuario intenta evitar que Seiya se lleve su bien ganado trofeo. Para lograrlo, deciden luchar contra él en una desigual pelea en l que, a fuerza de su mayor número, terminan venciéndolo luego de uli combate en el que Seiya resulta tan gravemente herido, que no puede regresar al Japón con la armadura que había obtenido.
En Tokyo, mientra tanto, la lucha por la posesión de la Armadura Dorada de Sagitario continúa y en su combate, el Caballero del Uniconio derrota al Caballero del León. En su regreso a las luchas, una vez repuesto, Seiya libra su postergado encuentro con el Caballero de Oro. Dando una nueva muestra de su gran poder, el Caballero del Pegaso triunfa, logrando pasar a la ronda siguiente. Más tarde, en el último enfrentamiento del día, el Caballero del Cisne derrota al Caballero de Hydra destruyendo su armadura.
Tras una jornada de merecido descanso para los luchadores, la acción vuelve a comenzar y con ella, a desarrollarse nuevos combates. A Seiya le cabe la responsabilidad de medirse con Shiryu, el Caballero del Dragón, quien se presentaba en el certámen precedido por la fama de estar considerado como uno de los mejores luchadores.
Como era de prever, el combate entre ambos resulta terrible y durante su transcurso las Armaduras de Pegaso y del Dragón resultan dañadas. Maltrechos por la violencia de la contienda y malheridos, Seiya y Shiryu siguen batiéndose a pecho descubierto. Despojados de sus protecciones, la lucha sigue hasta que Seiya le asesta a su rival un terrible y mortal golpe en el pecho, que ocasiona que el corazón de Shiryu se detenga.
Consciente del irreparable daño causado a su oponente, Seiya se dispone a tratar de reparar su falta. Aplicando un inesperado y certero golpe en el pecho de Shiryu, logra que su corazón vuelva a latir. En un esfuerzo sobrehumano, Seiya había conseguido devolverle la vida a quien, minutos antes, fuera su ocasional adversario.
Debido al fragor del combate, ambos Caballeros fueron hospitalizados para que sus exhaustos cuerpos lograran recuperarse del daño sufrido durante el enfrentar Pero como la posesión de la Armadura Dorada de Sagitario es un privilegio que no pueden ostentar los débiles, los combates debieron continuar. Así, tras un día de internación, Seiya debió volver al Coliseo para seguir de cerca el desarrollo de las luchas.
A poco de haberse iniciado el enfrentamiento entre Shun, el Caballero de Andromeda, y el Caballero del Unicornio, la pelea debió ser interrumpida por la llegada del Caballero del Fénix, único ausente hasta ese momento. El nombre del recién arribado es lkki y es el hermano de Shun.
Su arribo al lugar no es para nada amistoso, ya que se presenta acompañado por los Caballeros Negros, animado por la intención de robar la Armadura Dorada de Sagitario. Tras vencer a los Caballeros del Lobo y del Unicornio, Ikki consigue su cometido y escapa con el preciado trofeo.
Sin perder un minuto, Seiya y los demás Caballeros parten tras los pasos de Fénix y sus fieles, y logran alcanzarlos en un galpón del puerto, donde consiguen evitar que lkki se calce la Armadura obtenida ilegitimamente. A pesar del intento, no pueden evitar que escape llevando cinco piezas vitales de la Armadura.
Concluída la batalla, los Caballeros del Zodiaco se proponen recuperar las piezas faltantes de la Armadura, que han quedado en manos de los Caballeros Negros. En ese momento, Shiryu decide ir al Tibet en busca de un gran Maestro llamado Mo, quien por tener poderes telequinéticos, es capaz de reparar lasArmaduras de Pegaso y del Dragón, ambas rotas tras el combate sostenido con Seiya. Con su gesto, no quiere otra cosa que agradecerle a Seiya el invalorable gesto de haberle salvado la vida.
Pasados los días, Seiya y sus compañeros no consiguen descubrir ningún tipo de pistas que los conduzcan hacia el paradero del Caballero de Fénix quien, a su vez, les lanza un temerario desafio: los invita a enfretarse en la Montaña del Diablo. La propuesta les resulta tentadora, ya que quien triunfe se quedará con la preciada Armadura.
Hyoga y Shun emprenden el derrotero confiados. Sus armaduras están intactas y ellos no tienen nada que temer. Más precavido, Seiya prefiere pasar primero por la Montaña del Diablo, con la esperanza de que Shiryu haya llegado a tiempo a su encuentro con el Maestro Mo, que debía reparar la Armadura de Pegaso. Igualmente, antes de iniciar los respectivos viajes, Seiya, Hyoga y Shun, se colocan campanillas para identificarse mediante el sonido. Luego de ese ritual y no sin antes desearse suerte, los Caballeros se separan.
Mientras Seiya, siempre atento a sus enemigos, avanza en su camino, se topa con un niño llamado Kiki. El pequeño dice ser discípulo del Maestro Mo, quien, asegura, le encomendó la tarea de entregarle la Armadura. Esa situación, lejos de tranquilizarlo, desconcierta aún más a Seiya, quien no deja por un instante de preguntarse dónde estará Shiryu.
Al recibir de vuelta su preciada Armadura de Pegaso luciendo en perfectas condiciones, es anoticiado de una terrible noticia: para que el Maestro Mo pudiera llevar a cabo su trabajo, Shiryu, en un gesto heróico, había tenido que ofrendar su vida. De no haberlo hecho, no se hubiesen podido reparar las Armaduras y, por consiguiente, hubiera sido imposible pelear contra Fénix. Shiryu había llegado a la conclusión que si él se sacrificaba, Seiya tendría una oportunidad para triunfar.
Antes de despedirse de Seiya,
Kiki, a manera de vaticinio, le aseguró que a pesar de haber perdido la vida,
en el futuro Shiryu igualmente ¡ba a volver a reunirse con él. Ahora, para
Seiya, no quedaba más tiempo para vacilaciones. Debía, a cualquier precio,
honrar a su amigo Shiryu y vencer en la lucha. Se sentía en condiciones
de afrontar el gran combate que decidiría quien es auténticamente merecedor y
digno de vestir la Armadura Dorada de Sagitario.
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Pierre Gunsett.
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Revisado: 22 de Diciembre de 2001.