Saint Seiya - Saga del Santuario
CAPITULO IX
EL ESPIRITU DE LA ARMADURA
Tras recibir la mala noticia de que el Casco de la Armadura de Oro había sido robada, Seiya es instado por Sho, un Caballero de Acero, a regresar al Japón. Antes de retornar a la Fundación, Seiya deja en manos de Ikki el agua de la vida, recalcándole que debía llevarse sin demoras a Shiryu.
Al mismo tiempo y por voluntad propia, en el Santuario la Armadura se autoensambló para sumergirse en un lago. Una vez en las aguas, cambió de forma mientras aumentaba su poder. En ese momento, quien necesitaba ayuda era Seiya, que estaba siendo atacado ferozmente por un grupo de Caballeros de Plata, emisarios del Santuario.
Cuando nuestro héroe estaba a punto de ser abatido y sus fuerzas flaqueaban, laArmadura, por sí sóla, se interpuso a las violentas embestidas de los Caballeros de Plata y terminó rápidamente con quienes, además de haberlo herido, estaban a punto de rematar a Seiya.
Para restablecerlo de las heridas, el Caballero de Pegaso fue asistido en una clínica donde, después de curarle los magullones, quedó internado. La estancia en el lugar hubiese resultado apacible, de no haber recibido una inesperada visita.
Repentinamente apareció Shina en su habitación, la que parecía dispuesta a matarlo. A duras penas, Seiya logró escapar del cuarto mientras era perseguido por la guerrera. Cuando le dió alcance, Shina comenzó a lanzar todo tipo de golpes ante un atónito Seiya, que sólo atinaba a defenderse.
Lejos de compadecerse, la actitud de nuestro héroe irritó aún más a Shina, quien lo increpó duramente por su proceder. La respuesta de Seiya no se hizo esperar: Jamásgolpearé a una mujer”. Cuando Shina, al borde de la histeria, ya no sabía qué hacer, sintió que un Cosmo mucho más poderoso que cualquier otro que hubiera conocido, la ponía en estado de alerta y le dijo a Seiya a debía optar entre escaparse o perecer. Sin embargo, ya era tarde. El Caballero Leo de Aioria se había hecho presente.
Sin vacilar, Shina intentó mediar en la situación, pero no lo consiguió. En cambio, recibió como respuesta un violento impacto deAioria, quien sólo aspiraba llegar a su objetivo: el Caballero de Pegaso. Intrigado, Seiya le preguntó por qué, a pesar de vestir una Armadura de Oro, se comportaba de manera tan indigna y vehemente. Le dijo que su conducta era inadecuada para quien portaba una Armadura de Oro. La contestación de Airoia fue instantánea: “Ni yo conozco ya la verdad sobre estas armaduras “.
Dicho esto, y fastidiado por la situación, atacó velozmente a un indefenso Seiya, aunque su envío dió de lleno en Shina, la que imprevistamente se interpuso salvando al Cáballero del Pegaso.
Muy malherida, Shina le explicó a Seiya que, cuando alguien veía el rostro de una amazona, ésta debía optar entre dos posibilidades: matar a esa persona o bien, amarla. Y como su elección era la última, sólo alcanzó a decirle “disculpá por haberme enamorado de vos “.
Al mismo tiempo que le acariciaba los cabellos a la ya inconsciente Shina, la furia de Seiya contra Aioria se hizo insostenible y nuestro héroe exclamó: “Por qué no detuviste tu ataque! Eres tan cobarde que golpeas a una mujer?”.
Azorado, cuando Aioria atinó a decir que no imaginaba que Shina se iba a interponer entre los dos, Seiya se lanzó contra él golpeándolo en el rostro, actitud que fue permitida por Aioria para que Pegaso descargara su ira. Posteriormente, dirigiéndose a Seiya, alzó a Shina y le previno: “Por esta vez, Shina salva tu vida”.
Al retirarse, aparecieron tres Caballeros de Plata que recriminaron al propio Airoia por no haber acabado con la vida de Seiya. Dicho eso, lanzaron un cobarde, ataque cuando algo muy extraño sucedió: del cielo estrellado surgío imprevistamente la Armadura Dorada de Sagitario y se ensambló en el cuerpo de Seiya protegiéndolo del ataque.
Amparado por la Armadura Dorada, en un instante, Seiya acabó con los tres Caballeros de Plata. Sorprendido por lo que sucedía, Aioria expresó: ‘Ahora que eres portador de una Armadura Dorada, rio reprim iré mis ataques. Uno de los dos morirá!”. A continuación, lanzó su golpe más poderoso contra Seiya, quien a duras penas pudo esquivarlo.
Mientras el combate se desarrollaba, en un lugar distante, Kiki había llegado hasta donde estaba Shiryu para entregarle el agua de la vida. Y cuando todos estaban pendientes de que el líquido surtiera su mágico efecto restableciendo su salud, el agua no sirvió.
Este hecho no hizo mella en el espíritu del valeroso Caballero del Dragón. Shiryu había madurado mucho, después de su combate a ciegas con Okko - antiguo discípulo del anciano maestro -, quien había llegado para cobrar venganza, y al reparar en el estado de inferioridad de Shiryu, vendó sus ojos para equilibrar el combate.
Esa experiencia le hizo agudizar a Shiryu sus propios sentidos, y era capaz de luchar a ciegas, gracias al entrenamiento del anciano Maestro y al apoyo prestado por Shunrey.
Cuando Shiryu conversaba animadamente con su maestro, sintió una increíble cosmo-energía. Era la de otro Caballero Dorado, más precisamente Máscara Mortal, el Caballero de Cáncer.
Su perverso objetivo era eliminar al anciano maestro, quien no era otro que el Caballero de Libra, disidente junto a Mo de Aries de las decisiones del Santuario...
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Pierre Gunsett.
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Revisado: 22 de Diciembre de 2001.